ANÉCDOTAS



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Hace unos años rodaba por un cerro, por el cerro San Cristóbal con la bici de Flor.

Subí con mi hermano, íbamos triunfantes a bicicleta, era perfecto salvo por la sed, era una de acción con un excelente director de fotografía.
Descansamos solo un momento a mitad de camino para pedirle a una amable pareja que nos retrate. El sol estaba a full, el sudor también, el asma casi y Elías me regala su reproductor de mp3.
En la cima del cerro un mote con huesillos siguió siendo el trago y la medida ideal, lo habíamos coronado hace tiempo.
Rodé con la bicicleta
marihuana en flor
Fue esa canción también
Fue Palmitos Park
Y di el volantazo ante el precipicio
Fue la letra y el motivo 
Fue el morado atardecer
Fue el inminente regreso a casa
Y fui yo, más permeable que la bosta.
El mp3 estalló y la música salió
Parte de mi cuerpo estalló y la sangre salió con algo
Con algo que vivió en el aire desde entonces
Con algo que circundó mi vida en heridas que aún lavo
Costras de sangre que cubrieron montañas.
[Bajando de la montaña en seguida me puse a cantar
una canción sin motivo pero tú te tenías que quejar

Y siempre estás así no puedes parar
no puedes entender que quiero estar solo
que no puedo ser como los demás
que sólo significa sin nadie alrededor

Y si me voy ya no sé cómo vas a poder decir
que lo que hago es cosa tuya y yo sólo voy detrás a repetir
lo que digas tú como el loro al dueño
si todos saben que soy el que te enseña
las historias de naves espaciales, los tambores y los pasos de baile

Y en vez de estar nadando juntos en el fondo del mar 
en una hoguera con los cuentos de noche me querías quemar
Y siempre estás así no puedes parar
no puedes entender que quiero estar solo
que no puedo ser como los demás
que sólo significa sin nadie alrededor]
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Esta noche Yoni se durmió viéndome bailar, desde hoy sueño para siempre dormirme en  las posibles armonías, ondeantes y lineales de la danza.
Es un saber popular, y hasta podríamos decir un saber intuitivo, que los gatos son enlazadores de mundos o que al menos ven y perciben lo
 invisible si no es que también interactuan con ello, entonces me pregunto cuando si apenas dudo sobre si así mismo es como nos perciben a nosotros, si ellos comparten con nosotros viendo y sintiendo lo invisible de nuestra conformación existente y particular.


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Podríamos tomar algo, quiero pasar un momento con ella, si es que nos está invitando.


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Egeria (del álamo negro) era ninfa del séquito de Venus, habitaba en la fuente o manantial de Porta Capena en Roma. Se casó con Numa Pompilio (el piadoso) segundo rey de Roma y le enseñó asuntos relacionados con ser un rey justo y sabio, inspirándole la legislación religiosa, enseñándole plegarias y conjuros eficaces.
Cuando murió Numa Pompilio, Egeria lo transformó en un pozo, situado en el bosque de Ariccia, cuyas aguas gemían al igual que ella al fallecer su esposo. Por sus lágrimas constantes, ella misma se convirtió en fuente.


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Me habían dicho que es medio pichi, pero yo no estoy tan segura de eso, debajo del agua nadan los peces, pero más abajo bailan su rito, se dicen su secreto, allí donde el hermoso tritón. 

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Hay un libro de versos sobre esto.

La voz araña la melodía y se cuelga a la segunda del estribillo en el primer tema.

Encendí la música en mi teléfono celular en modo aleatorio de mi preferencia,

se que subí tres o cuatro discos esta mañana antes de salir.

Pronto a que se abran las puertas para salir del tren ya estoy arriba de la bicicleta.

En el pasillo antes de la rampa me encontré con Testify de Funkadelic,

 que hermoso es esto de no recordar las cosas, al menos de no tenerlas presentes, de mantenerse niño, o quizás mejor dicho de olvidar como anciano, creo que eso tienen en común los extremos de nuestras edades, eso tienen de divino. Y así lo de perder la memoria secreta y efímeramente, que así mismo luego se recupera (secreta y efímeramente al resto de mis funciones mentales particularmente).

Muy bien, que sorpresa, recuerdo todo esto, puedo cantar también Kokomo de Beach Boys, Disculpa no importa en este momento sino te gusta mi lista de reproducción.  

Los marchantes ya retiran al niño que botaba el balón. Unos negros aperrados cantan sobre los techos, apilados en cornisas, medianeras y bajo escaleras a luz de luna y niebla, en un paisaje como el de cualquier ciudad hacinada que ahora descansa, donde el silencio es a estas alturas gemidos, maullidos de gatos y caída de tachos metálicos y basura plástica de calidad. Es oscuridad azul y finas curvas luminosas de lomo de gato reflejadas en algunos de sus rostros de enormes bocas de lenguas vibrantes, que se dirigen en manada cuesta arriba, hacia un arbustal colorido fuera de la cuidad donde uno de los hombres se encuentra con su amada.

Los alienígenas más amaneraditos y rubios y celestes elevados del suelo, hilerados se trasladan, acaparan todo anchor, desde arriba elijen los océanos, los mares que querrían poseer, eligen en familia y entre amigos, se sumergen, los prueban, saborean y van por

otro, ahí van eligiendo que mares les pertenecerán, cuál les regalarían a quién y a cuál volverían la próxima oportunidad, se toman su irreal pero prolongado tiempo. Cuál harán explotar para remodelarlo por completo, para que nos recuerde mejor a aquel lugar de donde venimos.

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Mi amigo que cuando sopla, una nube de polvo de estrellas vuela con las ideas de su aliento. Un hombre cerca de nuestras casas un día dijo, que muy tarde, que muy temprano allí estuvimos o estaremos nosotros también, que le dejemos ir , que le dejemos estar, que nos tomemos un vino.



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